Devocional

El León de Judá


El León de la tribu de Judá es un símbolo que se encuentra en Génesis y Apocalipsis. En Génesis, Jacob bendice a su hijo Judá, refiriéndose a él ya su futura tribu como un cachorro de león y un león (Génesis 49:9). En Apocalipsis se vuelve a ver este símbolo cuando se declara que el León de la tribu de Judá ha triunfado y es digno de abrir el rollo y sus siete sellos (Apocalipsis 5:5). Jesús es Aquel que es digno de abrir el rollo (Juan 5:22). Por lo tanto, Jesús es el León de la tribu de Judá.

En Génesis, cuando Jacob bendice a sus hijos, le promete a Judá que sus hermanos lo alabarán y se inclinarán ante él. Jacob también le dice a Judá: "Cachorro de león eres, Judá; regresas de la presa, hijo mío. Como león se agazapa y se acuesta, como leona, ¿quién se atreve a despertarlo?" (Génesis 49:9). Jacob dice que en el futuro el cetro y el bastón de mando no se apartarán de Judá "hasta que venga aquel a quien pertenece, y la obediencia de las naciones sea suya" (Génesis 49:10). Esta profecía mesiánica apunta hacia la segunda venida del Señor Jesús, el descendiente de Judá que gobernará la tierra (Apocalipsis 19:11–16).

Basado en la bendición de Jacob, el león es un símbolo de la tribu de Judá, que se conoce como la tribu real (el rey David era de la tribu de Judá). Los leones simbolizan el poder, la fiereza y la majestuosidad. Los leones son el rey de las bestias, y el León de la tribu de Judá es el rey de todo. En el Antiguo Testamento, a veces se describe a Dios como un león. En Isaías 31:4, así "como el león gruñe, el gran león sobre su presa, y aunque se convoca contra él toda una multitud de pastores, no se atemoriza de sus gritos... así descenderá Jehová de los ejércitos a pelead en el monte Sion y en sus alturas."

El Señor no teme a Sus enemigos. Él protege a Su pueblo y no permite que sea conquistado. En Oseas, Dios está enojado con Israel porque se enorgullecieron y lo olvidaron. Dios dice: "Seré para ellos como un león... como león los devoraré... Perecerás, Israel, porque estás contra mí, contra tu ayudador" (Oseas 13:7-8). Es mejor experimentar la ayuda y protección del León que negar Su realeza y enfrentar Su fiereza.

En Apocalipsis 5, Jesús es el León largamente esperado de la tribu de Judá. Juan llora porque no se halló a nadie digno de abrir el rollo del juicio de Dios ni siquiera de mirar dentro. Entonces uno de los ancianos le dice a Juan: "¡No llores! Mira, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha triunfado. Él puede abrir el libro y sus siete sellos" (Apocalipsis 5:4– 5). Ambas genealogías en Mateo y Lucas registran que Jesús es descendiente de la tribu de Judá. Cuando Jesús se revela como el León prometido de la tribu de Judá, revela Su deidad. Él es el verdadero Rey y Aquel a Quien pertenece la tan esperada obediencia de las naciones. Sin embargo, no es Su fiereza o la fuerza de Su poder lo que lo hace digno. El León triunfó porque se convirtió en Cordero (Apocalipsis 5:6–10; Juan 1:29).

Jesucristo es digno porque vivió una vida perfecta y sin pecado y al derramar Su sangre venció el pecado y la muerte. Su muerte y resurrección han resultado en una protección para Su pueblo y un reino eterno que honrará y adorará a Dios. Gobernando este reino estará Jesús, el León de la tribu de Judá.